viernes, 29 de octubre de 2010

FUCHICANDO

Una mañana de 1987, Alexander Fuchs, novelista americano afincado en Londres, de antecedentes argentinos, desayunaba frente a su modernísimo Amstrad PC1512. Tecleaba y a ratos hacía pequeñas pausas para mojar las galletas en su café mientras releía lo que momentos antes había escrito. En una de aquellas pausas, la galleta que sostenía se partió en dos, cayendo el trozo que no estaba entre sus dedos en el vórtice espacio-temporal que había dentro de la taza de café. Con un gracioso ¡chop! el trozo de galleta desapareció para siempre de su vista y fue a parar a sabe dios qué lugar de sabe dios qué galaxia. Alexander la buscó unas cuantas veces con su cucharilla y al no encontrarla decidió ignorar el incidente. Este extraño suceso, único hasta ahora en la historia de la humanidad, pasó desapercibido para todos.